Los adolescentes olvidan sus juguetes infantiles para vérselas con una nueva pareja: su cuerpo sexualizado que les produce extrañeza y los inquieta. Es allí donde la tentación del bullying aparece como una falsa salida: manipular el cuerpo del otro bajo formas diversas (ninguneo, agresión, exclusión, injuria) les permite poner a resguardo el suyo.
Para eso hay que designar un chivo expiatorio y golpear y destruir esa diferencia que se le imputa a la víctima y que deviene, para algunos, insoportable porque confronta a cada uno con la asunción de su sexualidad y con encontrar un lugar en ese nuevo mundo que sucede a la adolescencia. Abordar el acoso implica acompañar a esos adolescentes en su delicado tránsito.
José Ramón Ubieto »
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Es psicólogo clínico. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Profesor en la Universidad Oberta de Catalunya y profesor colaborador en la Universitat de Barcelona. Colaborador de «La Vanguardia», «El Periódico de Catalunya» y «The Conversation».