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De la angustia a la paz

Testimonio de una religiosa, paciente de Jacques Lacan

14,90

Esta obra es un testimonio de lo que puede llegar a ser para muchas personas la angustia más profunda, pero también una lección de una victoria ganada a la locura. A instancias de Jacques Lacan, Marie de la Trinité (nacida Paule Mulatier) redactó esta obra llena de fuerza, que nos lleva hasta los confines de la locura, la cual ella misma reconoce haber rozado durante su breve ingreso en el psiquiátrico de Bonneval, poco después de haber estado a punto de sufrir una lobotomía de resultados irreversibles. Pero Jacques Lacan supo escucharla como nadie había hecho antes. Su aventura es la de una mujer fuera de lo común, que nos enseña, igual que ella misma enseñó a Lacan, aspectos de la sexualidad femenina que no caben en los esquemas de las «identidades de género»—como tampoco cabían en su tiempo en las estrechas definiciones bajo las cuales lo femenino tendía a ser reducido al destino de ser madre o ser la esposa de un hombre—.
El carácter trágico del enfrentamiento de Marie con una jerarquía eclesiástica ciega y sorda ante sus padecimientos; la dificultad que supuso para psiquiatras y para más de un psicoanalista responderle de un modo que no fuese una variante más de la dominación rayana en la tortura, o simplemente un dejarla caer; el riesgo que corrió de que en nombre de la ciencia se optara por una medida destructiva con el pretexto del bien del sujeto; todo ello hace de su caso un ejemplo privilegiado sobre la dimensión ética de los diversos tratamientos que responden al malestar y al sufrimiento, el cual se presenta inevitablemente —y no pocas veces de forma extrema— como algo que cuestiona el orden establecido.

 

Detalles del libro

Marie de la Trinité

(Lyon, 1903) descubrió su vocación religiosa muy tempranamente, en medio de una infancia llena de dificultades. Su vida está marcada por una experiencia mística (en 1929) con la que se inicia un conflicto de obediencia con la vida monástica. Sintiéndose enferma, busca la ayuda de psiquiatras y psicoanalistas, entre los cuales se encuentra el Dr. Jacques Lacan. La cura química que emprende en 1954 en el hospital de Bonneval la conduce al borde de la locura. Tras atravesar esta experiencia límite se reincorpora a la vida en el convento, planteándose su vida espiritual de un modo que tiene en cuenta lo aprendido durante su enfermedad y su psicoanálisis. A partir de 1956 comienza su período de formación como psicoterapeuta, pasado el cual se reincorpora nuevamente al convento en Flavigny. Cuando la congregación abandona el lugar en 1970, permanece hasta su muerte —en 1980— sola en una pequeña dependencia del antiguo convento.